Reseña sobre la película ‘Libertad’ (2021) de Clara Roquet

Ana Fernández Rodríguez, Psicóloga clínica y coordinadora de PSICOARTAES (Psicología y Artes Audiovisuales y Escénicas), del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

Libertad

Con este sugerente título, sorprendía gratamente a público y crítica, el primer largometraje dirigido por Clara Roquet, un film que consiguió dos galardones en la pasada edición de los premios Goya, además de ser exhibida en festivales de gran prestigio como el de Cannes.

La directora barcelonesa, era más conocida hasta ahora, como guionista, en películas de la talla de “Petra”, de Jaime Rosales, o los films de Carlos Marqués- Marcet, “10.000km” y “Los años que vendrán”. Sin embargo, ya había dado el salto a la dirección, con sus cortometrajes “Les bones nenes”, y “El adiós”, que ganó el Gaudí de 2016 y la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid. Este último, supone el punto de partida para el desarrollo del guion de “Libertad”. Ambos cortometrajes y la película se pueden disfrutar ahora en Filmin.

Mientras el corto se centraba en la experiencia de una cuidadora ante la muerte de la enferma de Alzheimer a la que cuidaba, en “Libertad”, volvemos a la misma familia Vidal, pero desde el punto de vista de la nieta adolescente, cuya vida se verá trastocada por la llegada a la casa de veraneo, de otra joven muy diferente a ella, hija de la cuidadora de su abuela, llamada Libertad. La relación entre ambas jóvenes de 14 y 15 años, no se hace esperar, volviéndose intensa y contradictoria, llena de luces y sombras. Las une, esa etapa compartida del ciclo vital, llamada adolescencia, pero las alejan sus diferentes orígenes y clases sociales.

Para Nora, la vida se está volviendo aburrida ese verano tedioso en la protectora casa familiar. Ya no sintoniza con los otros niños de la familia, empieza a cuestionar la relación de sus padres y sueña e inventa amores que no ha tenido, hasta que irrumpe en su vida Libertad, cuyo nombre parece presagiar el soplo de aire fresco que está a punto de iluminarlo todo. Libertad, sin embargo, siente anhelo de su país, Colombia, donde era libre viviendo con su abuela y con mayor “conciencia de clase” que su amiga, experimenta la llegada al hogar de Nora, como un encierro sin otro futuro que el de la servidumbre, al igual que su madre.

Nora admira e idealiza a Libertad, un año mayor. Desea parecerse a ella, tan aparentemente segura y decidida, y comienza un viaje iniciático de descubrimientos al que no está dispuesta a renunciar. Ajena hasta entonces, a los privilegios de la clase social a la que pertenece, comienza a distanciarse de su madre, cuando ésta evidencia y subraya la diferencia de estatus entre las dos amigas. Ambas desean desesperadamente romper el molde de vida que sus madres les tienen preparados y cambiar su futuro. ¿Serán capaces de conseguirlo?

La adolescencia es, como sabemos, una etapa muy importante en la vida de una persona, donde debutan muchos trastornos, y donde se producen difíciles relaciones familiares, debido a los cambios tan importantes que se viven a nivel físico, psíquico y social.

Últimamente hemos podido disfrutar en el cine español de varias películas muy interesantes y necesarias sobre la adolescencia femenina: “Las niñas”, Pilar Palomero, 2020; “La inocencia”, Lucía Alemany, 2019; “Verano 1993”, Carla Simón, 2017, todas muy recomendables y diferentes. Versiones masculinas sobre el mismo tema, serían:“Historias del Kronen”, Moncho Armendáriz, 1994; “Barrio”, León de Aranoa, 1998, “Krámpack”, Cesc Gay, 2000; “A cambio de nada”, Daniel Guzmán, 2015, por nombrar sólo algunas.

Es de agradecer que las niñas también puedan sentirse representadas en los relatos que contamos y que dispongan de modelos de identificación en los personajes de las películas, que las visibilicen y legitimen sus experiencias. Puede ser, igualmente, interesante el visionado para padres y madres de adolescentes, para ayudarles a conectar con ese momento del ciclo vital que atraviesan sus hijas, y tal vez, desde la madurez propia, tender puentes de comunicación adaptados a su nivel evolutivo. En la película, todos los personajes están algo perdidos,- también los adultos- y no siempre pueden ofrecer espacios de comunicación satisfactorios, como en la vida. Por otra parte, los profesionales de la psicología, sabemos muy bien que las crisis pueden ser oportunidades de aprendizaje o mejora, por lo que una recomendación de visionado en familia podría suponer un punto de partida interesante para la reflexión conjunta entre las madres e hijas en conflicto, con las que a menudo tratamos.

Otro aspecto interesante de la película es el juego de espejos en los que se reflejan las carencias materno-filiales de varios de los personajes. Teresa, la madre de Nora, siente celos de Rosana, la cuidadora de su madre, Angela, enferma de Alzheimer, cuando ve que ésta tiene más conexión ya con su cuidadora que con ella, su propia hija. Verdaderamente es algo doloroso y desgarrador, que ocurre con frecuencia en esta enfermedad terrible de la memoria, donde familiares y amigos de toda una vida, se van quedando excluidos y relegados en los recuerdos del enfermo, a favor de cuidadores más o menos recientes con los que comparten la cotidianidad de esos hábitos diarios que les mantienen unidos a la vida. Sólo algunos fugaces destellos de pasado que la abuela rememora durante su fiesta de cumpleaños, parecen aliviar la angustia familiar, antes de que sus recuerdos se difuminen para siempre.

Por otra parte, Libertad envidia los cuidados que su madre, Rosana, con tanta ternura dedica a la familia Vidal, muy en especial al bebé y a la abuela Angela, como sustitutos “impostores” de la hija y madre verdaderas, (ella y su abuela), abandonadas en Colombia cuando emigró a España. Y, por supuesto, cabe pensar que esa ha sido para Rosana, la forma de soportar el duelo migratorio. Recordemos el bonito homenaje que supuso la película “Roma”, Alfonso Cuarón, 2018, a las cuidadoras emigradas que se dejan la piel por niños que no son suyos, – y a menudo, son después descartadas del mapa familiar-.

Todos necesitamos apegos seguros en nuestra infancia, para poder crecer y desarrollarnos como personas sanas. Aún así, la vida va a traernos retos con los que lidiar, y lo haremos con mejor o peor tino, pero desde esta base de seguridad, seremos más libres para elegir nuestras opciones de respuesta. Pero las circunstancias de la vida, no siempre permiten que hayamos vivido esas relaciones básicas de seguridad y amor. Muchas personas, verdaderos supervivientes del abandono, el maltrato o el sufrimiento repetido, están atrapados en estas experiencias. Nuestro trabajo consistirá en ofrecer, nuevas oportunidades de exploración y descubrimiento para facilitar el autoconocimiento, el respeto por uno mismo y por los demás, y un marco de valores propios, que a modo de brújula interna, sirva para construir una vida lo más plena posible. ¿No es acaso esto, lo más cercano a la tan ansiada libertad?

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