Artículo escrito por Lecina Fernández. Psicóloga clínica. Miembro de «Psicología-Comunicación-Política» y «Psicoartaes» del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
La lluvia inglesa es una oportunidad de ser testigos de conductas visibles y no visibles del ser humano.
La lluvia inglesa nos permite ver en primera fila la conducta no visible al ojo humano de la ingeniería psicológica que existe en el cerebro de las personas. En el segundo capítulo ya tengo la certeza de que no es solo una novela que cuenta una historia, es también una grieta que permite entrar en el cerebro de la protagonista, ser testigo de sus pensamientos, de cómo uno lleva al otro y este al siguiente como una cadena reactiva y natural, sin prejuicios, sin engaños, con total trasparencia. Además de lectores de la historia nos convertimos en espectadores de esa cadena de comportamiento: vemos cómo un hecho estimula un pensamiento, una emoción, una acción, y cómo estas respuestas influyen en la persona y en su entorno.
La lluvia inglesa nos enfrenta a ver con los ojos de la protagonista conductas de violencia y sus consecuencias.
- La violencia física y verbal en el ámbito familiar y social que vivió ella desde niña. El daño que hace en el momento a la víctima (sufrimiento, angustia, ansiedad) y las secuelas que le deja (problemas de relación interpersonal, aislamiento social, baja autoestima).
- El aprendizaje de la violencia. El gran problema que supone ver, escuchar, olfatear y palpar la violencia, aunque no estés de acuerdo con esa conducta acaba calando como la lluvia y ese aprendizaje queda sellado en la persona, aumentando la probabilidad de que en circunstancias similares repita ese tipo de conducta, o sea su respuesta a emociones negativas como rabia, impotencia u odio. Un ejemplo son los hijos que repiten conductas violentas de sus padres, o niños que sufrieron abuso sexual y luego son ellos los que abusan de niños.
- El “antídoto” de la violencia. Pone sobre la mesa lo esencial que es el AMOR, el cuidado, el respeto. Lo importante que es crecer de niño, de adolescente y adulto sintiéndose una persona querida, cuidada, respetada, con confianza en los demás y en ella misma.
La lluvia inglesa nos muestra qué ocurre cuando solo existe el presente. La protagonista vive un presente que no es fácil, pero es lo único que tiene, hasta tal punto que el tiempo verbal de la novela es presente de indicativo. Un presente con el peso de su pasado y de las secuelas emocionales que generan problemas con ella misma y su relación interpersonal y afectiva con su entorno. Es tal vez lo más cercano a la desesperanza. La lluvia inglesa nos invita a reflexionar sobre la gran diferencia de calidad de vida física, mental, emocional y espiritual entre: a) una vida centrada únicamente en el presente o b) una vida abriendo la puerta al futuro con proyección personal hacia adelante, permitiendo entrar la esperanza y la ilusión por construir nuestras vidas.
Por todas estas características, también es recomendable su lectura y como ejercicio de trabajo para profesionales de la Psicología, Trabajo Social, Enfermería y profesiones relacionadas con la ayuda a las personas con problemáticas físicas, psicológicas y sociales similares.
La Lluvia inglesa. Autor: Ana Muela Pareja. Edita Fundación José Manuel Lara. 2021. XL Premio de novela Felipe Trigo